Luchemos juntos y la vida nos será más fácil
Anicia Cabrera, afectada de EM
hay que aprender a vivir con esta nueva condición, que se dice muy fácil, pero hacerlo ya es otra cosa.
Anicia Cabrera
Me llamo Anicia, soy cubana y tengo Esclerosis Múltiple. Comenzaré contándoles que soy de procedencia muy humilde. Mis padres siempre me dieron un hogar y un plato de comida, pero necesitaba más, quería brindarles lo que ellos, desgraciadamente, no habían logrado a pesar de sus enormes sacrificios. Así, comencé mi vida estudiantil llena de ilusiones y retos, los cuales superé exitosamente, y como en mi país los estudios son gratuitos, pude llegar a la universidad materializando mi gran sueño de ser médico.
Durante mis estudios me enamoré de la pediatría, los niños eran definitivamente mi mayor motivación. Durante ese periodo de mi vida conocí a mi actual esposo, médico psiquiatra y una maravillosa persona, buen amigo, buen esposo, buen compañero, buen padre, la persona ideal para mí. Al terminar mi especialidad me enviaron a trabajar a Guane y mi vida laboral fue mejorando lenta y progresivamente. Además, nacieron mis dos hijas, Karla y Karen, la mayor bendición que Dios ha podido darme. Cuando estaba en mi máxima expresión profesional con buena aceptación popular, con un prestigio ganado dentro de la población que atiendo, pensando que ya una gran parte de mi vida estaba organizada… amanecí un día con mi primera crisis de desmielinización aguda, sentí que mi vida terminaba y que ya jamás podría ser como antes. ¿Qué hacer con mis hijas y mis seres queridos? Ellos siempre han sido mi motivación y ahora sería un estorbo para todos, una carga. Ese pensamiento me martirizaba a diario hasta que finalmente pude salir de ese gran hueco donde me hundía cada día más y donde el apoyo de todos fue extraordinario, pero fundamentalmente el de mi esposo. Le agradezco mucho a la vida que me haya permitido conocerlo. A partir de ese momento toda mi vida cambió y llegué a la conclusión de que no es otra vida, sino que es una forma diferente de enfrentarse a experiencias ya conocidas.
Por tanto, hay que tomar nuevas normativas y, desde entonces, comencé a tenerme más en consideración, pues hasta ese momento me preocupaba por todos pero, sin embargo, yo casi no me tenía en cuenta, sólo pensaba en que las personas que quiero se sintieran lo mejor posible. Ahora sigo pensando igual al respecto, pero me incluyo dentro de ese grupo y disfrutamos todos juntos de los pequeños y bellos detalles de la vida. ¿Se han puesto a pensar que somos la persona más importante en nuestras vidas? Tenemos derecho a un lugar y a disfrutarlo. Después de esto, probándome a mí misma mi capacidad real, pedí ir a Guatemala a brindar ayuda a personas pobres y trabajé durante dos años en intrincados lugares. Durante este periodo en muchos momentos pensé que no podía terminar con esa tarea por mis limitaciones de salud, pues el decaimiento es el síntoma que más me afecta, aunque finalmente lo logré. Pero al finalizar me dí cuenta de que ésa no es la solución, hay que aprender a vivir con esta nueva condición, que se dice muy fácil, pero hacerlo ya es otra cosa.
Les pido a todas las personas con EM que tengan fe y que se den más valor, pues todo ser humano con las características y condiciones especiales que tenga, sean las que sean, se merecen respeto pero sobre todo un lugar y es por eso por lo que hay que luchar. Luchemos juntos y la vida nos será más fácil.
hay que aprender a vivir con esta nueva condición, que se dice muy fácil, pero hacerlo ya es otra cosa.
Anicia CabreraMe llamo Anicia, soy cubana y tengo Esclerosis Múltiple. Comenzaré contándoles que soy de procedencia muy humilde. Mis padres siempre me dieron un hogar y un plato de comida, pero necesitaba más, quería brindarles lo que ellos, desgraciadamente, no habían logrado a pesar de sus enormes sacrificios. Así, comencé mi vida estudiantil llena de ilusiones y retos, los cuales superé exitosamente, y como en mi país los estudios son gratuitos, pude llegar a la universidad materializando mi gran sueño de ser médico.
Durante mis estudios me enamoré de la pediatría, los niños eran definitivamente mi mayor motivación. Durante ese periodo de mi vida conocí a mi actual esposo, médico psiquiatra y una maravillosa persona, buen amigo, buen esposo, buen compañero, buen padre, la persona ideal para mí. Al terminar mi especialidad me enviaron a trabajar a Guane y mi vida laboral fue mejorando lenta y progresivamente. Además, nacieron mis dos hijas, Karla y Karen, la mayor bendición que Dios ha podido darme. Cuando estaba en mi máxima expresión profesional con buena aceptación popular, con un prestigio ganado dentro de la población que atiendo, pensando que ya una gran parte de mi vida estaba organizada… amanecí un día con mi primera crisis de desmielinización aguda, sentí que mi vida terminaba y que ya jamás podría ser como antes. ¿Qué hacer con mis hijas y mis seres queridos? Ellos siempre han sido mi motivación y ahora sería un estorbo para todos, una carga. Ese pensamiento me martirizaba a diario hasta que finalmente pude salir de ese gran hueco donde me hundía cada día más y donde el apoyo de todos fue extraordinario, pero fundamentalmente el de mi esposo. Le agradezco mucho a la vida que me haya permitido conocerlo. A partir de ese momento toda mi vida cambió y llegué a la conclusión de que no es otra vida, sino que es una forma diferente de enfrentarse a experiencias ya conocidas.
Por tanto, hay que tomar nuevas normativas y, desde entonces, comencé a tenerme más en consideración, pues hasta ese momento me preocupaba por todos pero, sin embargo, yo casi no me tenía en cuenta, sólo pensaba en que las personas que quiero se sintieran lo mejor posible. Ahora sigo pensando igual al respecto, pero me incluyo dentro de ese grupo y disfrutamos todos juntos de los pequeños y bellos detalles de la vida. ¿Se han puesto a pensar que somos la persona más importante en nuestras vidas? Tenemos derecho a un lugar y a disfrutarlo. Después de esto, probándome a mí misma mi capacidad real, pedí ir a Guatemala a brindar ayuda a personas pobres y trabajé durante dos años en intrincados lugares. Durante este periodo en muchos momentos pensé que no podía terminar con esa tarea por mis limitaciones de salud, pues el decaimiento es el síntoma que más me afecta, aunque finalmente lo logré. Pero al finalizar me dí cuenta de que ésa no es la solución, hay que aprender a vivir con esta nueva condición, que se dice muy fácil, pero hacerlo ya es otra cosa.
Les pido a todas las personas con EM que tengan fe y que se den más valor, pues todo ser humano con las características y condiciones especiales que tenga, sean las que sean, se merecen respeto pero sobre todo un lugar y es por eso por lo que hay que luchar. Luchemos juntos y la vida nos será más fácil.