La vida sigue con la EM
Lupe San Roman, afectada de EM
Gracias a la Asociación, viene una ambulancia a buscarme a casa y puedo hacer rehabilitación
Lupe San Roman
Cuando llegué a San Sebastián, después de haber pasado el verano de 1991 en Dublín, mi cuñado, que es médico, me dijo que no le gustaba nada mi forma de caminar y que acudiera lo antes posible a un especialista.
Así, fui al Hospital de Donostia, y después de pruebas y más pruebas, llegaron a la «temida » conclusión: tenía Esclerosis Múltiple.
Al principio estaba aterrada, y desconcertada, ya que no conocía la enfermedad ni de oídas, y en aquel momento se me vino el mundo abajo. Mi desesperación era tal que no quería salir de casa, ni siquiera comía con fundamento. Como consecuencia de ello, adelgacé muchísimo y me quedé muy débil, por la falta de alimentación y por la enfermedad.
Una mañana, en la consulta de Neurología del Hospital Comarcal del Bidasoa, porque yo vivo en Hondarribia, vi un folleto, donde encontré la dirección de una Asociación de Esclerosis Múltiple que estaba en Donosti, me animé a llamar para pedir información, y después de atenderme estupendamente, encima me dieron la opción de hacer rehabilitación allí, pero… ¿Cómo me desplazaría yo desde
Hondarribia hasta Donosti? Gracias a la Asociación, viene una ambulancia a buscarme a casa y me deja en Txara, donde está la sede de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Gipuzkoa (ADEMGI).
A partir de ese momento, las cosas fueron cambiando poco a poco, ahora tengo 35 años, y además de acudir casi todos los días a la Asociación, voy al polideportivo de Hondarribia, allí hago deporte, suave, pero me mantengo en forma, y a la vez no estoy aburrida todo el tiempo en casa.
Otra de las cosas que me apasiona es la lectura, me encanta leer, me gusta la novela histórica y la historia, me puedo pasar horas leyendo, me distraigo y me olvido de la Esclerosis Múltiple y de otras cosas que podía hacer antes y ahora por mi situación tengo menos posibilidades de hacerlas. Hoy en día me he dado cuenta de que, a pesar de esta enfermedad, se pueden hacer muchas cosas, y lo mejor de todo es que además puedo disfrutar de ellas.
Gracias a la Asociación, viene una ambulancia a buscarme a casa y puedo hacer rehabilitación
Lupe San RomanCuando llegué a San Sebastián, después de haber pasado el verano de 1991 en Dublín, mi cuñado, que es médico, me dijo que no le gustaba nada mi forma de caminar y que acudiera lo antes posible a un especialista.
Así, fui al Hospital de Donostia, y después de pruebas y más pruebas, llegaron a la «temida » conclusión: tenía Esclerosis Múltiple.
Al principio estaba aterrada, y desconcertada, ya que no conocía la enfermedad ni de oídas, y en aquel momento se me vino el mundo abajo. Mi desesperación era tal que no quería salir de casa, ni siquiera comía con fundamento. Como consecuencia de ello, adelgacé muchísimo y me quedé muy débil, por la falta de alimentación y por la enfermedad.
Una mañana, en la consulta de Neurología del Hospital Comarcal del Bidasoa, porque yo vivo en Hondarribia, vi un folleto, donde encontré la dirección de una Asociación de Esclerosis Múltiple que estaba en Donosti, me animé a llamar para pedir información, y después de atenderme estupendamente, encima me dieron la opción de hacer rehabilitación allí, pero… ¿Cómo me desplazaría yo desde
Hondarribia hasta Donosti? Gracias a la Asociación, viene una ambulancia a buscarme a casa y me deja en Txara, donde está la sede de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Gipuzkoa (ADEMGI).
A partir de ese momento, las cosas fueron cambiando poco a poco, ahora tengo 35 años, y además de acudir casi todos los días a la Asociación, voy al polideportivo de Hondarribia, allí hago deporte, suave, pero me mantengo en forma, y a la vez no estoy aburrida todo el tiempo en casa.
Otra de las cosas que me apasiona es la lectura, me encanta leer, me gusta la novela histórica y la historia, me puedo pasar horas leyendo, me distraigo y me olvido de la Esclerosis Múltiple y de otras cosas que podía hacer antes y ahora por mi situación tengo menos posibilidades de hacerlas. Hoy en día me he dado cuenta de que, a pesar de esta enfermedad, se pueden hacer muchas cosas, y lo mejor de todo es que además puedo disfrutar de ellas.