Neurología

Futuros tratamientos para la Esclerosis Múltiple: fármacos orales

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Octubre de 2009 Por la Dra. Mar Mendibe Los últimos veinte años han sido decisivos en la investigación de la Esclerosis Múltiple (EM). De hecho, se estima que en estas […]

Octubre de 2009
Por la Dra. Mar Mendibe

Los últimos veinte años han sido decisivos en la investigación de la Esclerosis Múltiple (EM). De hecho, se estima que en estas dos últimas décadas se ha avanzado más que en los cien años anteriores. En el Hospital de Cruces y Basurto (Bizkaia) hemos participado activamente en el desarrollo de los primeros tratamientos que han demostrado eficacia y seguridad en el control de esta patología.

Un hecho histórico en el avance de la EM se produjo en el año 1993 cuando se inició en el Estado el primer ensayo clínico con interferón beta; éste fue el primer fármaco que demostró eficacia en la reducción de brotes en la EM remitente-recidivante. Varios de nuestros pacientes fueron los primeros en beneficiarse de esta terapia y, hoy en día, algunos de ellos siguen con este mismo tratamiento.

A continuación llegaron otros tratamientos, incluidos dentro de estudios clínicos internacionales, como los otros tres interferones beta y el acetato de glatirámero. Todos ellos fármacos que han supuesto una alternativa terapeútica eficaz para muchos enfermos. Posteriormente aparecieron la mitoxantrona y los anticuerpos monoclonales.

Para conocer mejor los entresijos de la investigación clínica con nuevas terapias debemos saber que se realizan dentro de unos protocolos llamados ensayos clínicos, que tienen unas fases concretas y unas características precisas. Estos proyectos son evaluados por los comités de investigación clínica y ética de cada hospital. El objetivo de estos ensayos clínicos en fase II consiste en analizar la administración de un fármaco en un grupo amplio de pacientes voluntarios (varios cientos) para determinar su eficacia y obtener más información sobre su seguridad. Los estudios en fase III estudian la eficacia de un fármaco en grandes grupos de afectados (desde varios cientos a miles de pacientes) a través de la comparación de este tratamiento con otros que son estándares terapéuticos en el momento actual o aún experimentales. También se controla la seguridad, los efectos adversos y cualquier información que pueda ser útil para su administración segura. Posteriormente, los resultados que se obtienen se divulgan en foros científicos y se publican en revistas médicas relevantes.

El siguiente momento decisivo en el progreso de esta enfermedad puede acontecer en los próximos años. Actualmente, estamos trabajando en varios ensayos clínicos con fármacos que se administran por vía oral como la cladribina, el fingolimod y el laquinimod.

El objetivo fundamental de estos nuevos medicamentos orales es aumentar la eficacia respecto a otros fármacos existentes, mejorar la calidad de vida de los pacientes introduciendo pautas de administración más cómodas como la vía oral, en forma de comprimidos. Los resultados preliminares son bastante prometedores, aunque son sustancias que no están exentas de efectos adversos.

Estos tres compuestos han pasado el filtro de los ensayos en fase II con resultados positivos para la EM remitente recidivante. Recientemente se han publicado algunos resultados preliminares de los ensayos en fase III con cladribina y fingolimod siendo altamente satisfactorios, sin olvidar los posibles efectos secundarios que puedan asociar.

Afortunadamente el campo de la investigación con nuevos tratamientos para la EM es inmenso, pero exige una considerable dosis de dedicación y experiencia clínica. La evaluación sistemática de los enfermos, el análisis de la información recopilada, la reflexión y la colaboración permanente con otros investigadores, nos llevan gran parte de nuestra ingente labor diaria. Sería impensable llevar a cabo esta inmensa tarea si no tuviéramos constantemente en mente a nuestros pacientes, personas con nombre y apellido, a las que conocemos muy de cerca y con las que compartimos mucho más que la lucha contra esta enfermedad.

Enfrentarnos a la EM, en los inicios del siglo XXI, es un reto. Tanto los afectados como los médicos que nos dedicamos a esta enfermedad somos conscientes de que el camino que nos espera será difícil y laborioso, pero tenemos que aunar esfuerzos para seguir avanzando día a día.

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