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Cómo tratar la muerte con niños

Publicado por EM Euskadi | | Visto 2280 veces

Arrate Jauregi. Psicóloga. Directora de servicios de ADEMBI Tengo un niño de 8 años que desde hace algún tiempo pregunta sobre la muerte. El tema le angustia y piensa en cuándo […]

Arrate Jauregi. Psicóloga. Directora de servicios de ADEMBI

Tengo un niño de 8 años que desde hace algún tiempo pregunta sobre la muerte. El tema le angustia y piensa en cuándo nos vamos a morir nosotros, sus padres, no quiere que nos hagamos viejos y es un tema bastante recurrente, ¿Cómo deberíamos tratarlo para que no sea un tema que lo angustie y perturbe desde ya?

La maduración psicológica de los niños pasa por un periodo en el que expresan su miedo a la muerte, esto significa que están “creciendo por dentro“. Algunos autores han estudiado los efectos beneficiosos de los cuentos infantiles y la razón por la que los tranquilizan radica en que a través de ellos reconocen y elaboran sus sentimientos agresivos y aprenden a resolver sus conflictos.

No es de extrañar que entre los 8 y los 12 años, los niños temen los acontecimientos que anuncian el fin de aquello que les gusta y las situaciones que evocan la muerte. Esta toma de conciencia con la realidad pone de manifiesto una nueva etapa psicológica en su proceso de maduración, tratan de imaginar cómo es la muerte, que para ellos representa la posibilidad de no volver a ver a sus padres, por ello se niegan a aceptarla. El tema de la muerte es uno de los temas más difíciles de abordar con los hijos, es un concepto difícil de entender incluso para los adultos. La manera más adecuada de abordarlo depende de varios factores: la edad, la maduración emocional, el desencadenante. Con la edad de tu hijo, 8 años, el niño ya comprende que la muerte es definitiva e irreversible, empieza a ser consciente de que las personas mayores que le rodean fallecerán algún día y entonces llega una etapa de intensa preocupación, temores  y angustias. La verbalización de todos estos sentimientos no es fácil y en ocasiones aparecen los miedos y temores  como una forma de expresión alternativa: miedo a la oscuridad, animales, etc. Si aparecen miedos que antes no existían, quizás sea el momento de tener una conversación, no conviene esperar.

El  76% de los niños que manifiestan ese temor lo hacen porque sus madres “evitan más el tema”El punto desde el que se debería partir como padres y madres que educan y que están en disposición de hablar con claridad de este tema es la conceptualización de la muerte como un proceso natural  en todo ser vivo como una parte más de la vida; este no es un punto fácil para los padres y madres. También es fundamental usar un lenguaje claro que el niño entienda y que esté acorde a su edad y a lo que nos está demandando. A veces, podemos sentir la tentación de dar respuestas demasiado simples o de contestar con “muletillas” (tranquilo, eso no va a pasar…..) que sólo minimizan lo que el niño está sintiendo y no hay que quitarle importancia a sus preocupaciones, ya que de éste modo sólo contribuimos a  incrementarlas y a que no encuentren respuestas ni consuelo o tranquilidad. En la Universidad  de Navarra han hecho un estudio con 288 niños  de 8 a 12 años, junto con padres y profesores. La percepción del final de la vida que tienen los padres influye directamente en sus hijos. El  76% de los niños que manifiestan ese temor lo hacen porque sus madres “evitan más el tema”. Temen un final más prematuro y tienen peores estrategias para afrontarlo. Como conclusiones destacan la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto al tema de la muerte y el proceso del fin de la vida ya que es crucial para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.

Por último, es necesario incluir la muerte como contenido educativo en la etapa infantil, se deben enseñar  los rudimentos de todos los saberes adultos desde los primeros años. La educación infantil es la más rica y creativa en cuanto a realizaciones y se debería comenzar a afrontar en estas etapas todos los temas de nuestra naturaleza, por las relaciones evidentes entre muerte, ciclos biológicos, educación ambiental, sexual,…  Si desde las aulas no se incluye el tema de la muerte desde un contenido global y ordinario, no se estará enseñando a vivir completamente. Y como decía Fenelón: ”la muerte sólo será triste para los que no hayan pensado en ella.”

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