Neurología

Calor y frío: cómo afecta a las personas con Esclerosis Múltiple

Publicado por EM Euskadi | | Visto 17144 veces
Frio Y calor

Muchas personas con Esclerosis Múltiple acusan una mayor sensibilidad a las variaciones térmicas de frío o calor. Las bajas temperaturas del invierno y los sofocantes calores del verano, pueden empeorar […]

Muchas personas con Esclerosis Múltiple acusan una mayor sensibilidad a las variaciones térmicas de frío o calor. Las bajas temperaturas del invierno y los sofocantes calores del verano, pueden empeorar los síntomas de la enfermedad como la pérdida del equilibrio, la fatiga, dificultades en la visión, la capacidad de concentración o la pérdida de reflejos. No hay una pauta común en estas alteraciones y, generalmente, son pasajeros.

Con el calor, bajar la temperatura corporal

El incremento de la temperatura y el grado de humedad del ambiente, el ejercicio físico, tomar el sol o tener fiebre suponen un aumento de la temperatura corporal que puede conllevar y acrecentar los trastornos derivados de la EM. Incluso, pueden aparecer con una ducha caliente o utilizando el secador de pelo.

En el caso de mujeres también influyen los cambios hormonales que se producen durante el ciclo menstrual y la menopausia. Hay estudios que demuestran que las personas con EM remitente tienen una temperatura corporal ligeramente más alta que las personas con EM progresiva o sin esta enfermedad.

El calor impide que las fibras nerviosas funcionen correctamente. Cuando estas o su capa externa protectora, la mielina, está dañada por la EM, aumenta la sensibilidad porque los impulsos eléctricos del cerebro y la médula espinal no funcionan correctamente, impidiendo su reacción para enfriar las diferentes partes del cuerpo.

Entre los efectos del incremento de la temperatura en el cuerpo destaca el denominado “Uhthoff”. El oftalmólogo alemán descubrió hace más de un siglo un tipo de neurosis óptica que se relaciona con los cambios de temperatura.

No se cree que esto suponga daños a largo plazo y los síntomas suelen desaparecer cuando baja la temperatura corporal, generalmente en una hora, cuando el cuerpo retoma sus niveles habituales. No obstante, en algunas personas la fatiga se mantiene varias horas e incluso días después de haberse producido ese aumento de la temperatura.

Cuando se producen estos episodios, es preciso mantener la calma y buscar la forma de enfriar el cuerpo. Las más sencillas son beber líquidos fríos, chupar cubitos de hielo, tomar baños fríos –comenzando con agua tibia para ir bajando la temperatura gradualmente- abrir las ventanas o colocarse frente a un ventilador.

Es aconsejable evitar los viajes largos en coche sin aire acondicionado, usar ropa holgada y de colores claros, mantenerse lejos de la acción directa del sol y cerrar las persianas y cortinas de la vivienda durante el día.

También existen prendas textiles de enfriamiento activo o pasivo. Los chalecos de enfriamiento activo están hechos de materiales sintéticos especiales, más conductores de los elementos de enfriamiento, y necesitan una fuente de energía –baterías o adaptadores de corriente- para mantener la recirculación de agua fría o mezclas químicas líquidas por todo el interior de la prenda, por lo que no tienen gran autonomía. Los chalecos de enfriamiento pasivo usan hielo –colocado en bolsas reutilizables en los bolsillos- para evitar que el cuerpo se sobrecaliente, pero no duran más de media hora.

Buscar el ejercicio más adecuado

El ejercicio es importante para la salud en general y se ha demostrado que es un gran aliado para la personas con EM. Para evitar el calor durante su práctica es recomendable realizarlo en un lugar con aire acondicionado y tratar de refrescarse antes, durante y después. Por lo general, el ejercicio de resistencia, usando el peso corporal, las pesas libres o en máquinas, es más indicado para no pasar calor, pero el personal médico, de enfermería y fisioterapia puede recomendar el ejercicio más adecuado en cada caso.
El ejercicio físico puede ayudar a conciliar el sueño pero, también ayudan otros hábitos como no tomar cafeína antes de ir a la cama, tomar melatonina unas horas antes y, si se prevé una noche calurosa, activar el ventilador durante la noche.

Con el frío, evitar las pérdidas de calor corporal

El frío extremo propicia que disminuya el volumen de sangre en el cuerpo. En algunos casos, esto puede desatar el conocido como “fenómeno de Raynaud”, produciendo cambios de color en los dedos de las manos y los pies, incluso en las orejas, labios y nariz. Pero hay personas a las que les pasa con una simple variación de temperatura: al entrar en un espacio con aire acondicionado o coger una bebida muy fría. Este fenómeno, que suele durar 10 o 15 minutos, no afecta solo a personas con EM.

Cuando el agravamiento de los síntomas de la Esclerosis Múltiple se produce por el frío, el objetivo debe de ser mantener el calor corporal. Si es posible, a través del movimiento. Si no, con el uso de ropa cómoda de tejido térmico y almohadillas térmicas o botellas de agua, que no estén demasiado calientes ni en contacto directo con la piel.

Las principales pérdidas de calor se producen a través de las extremidades. Por ello, gorros, calcetines gruesos y botas forradas son buenos aliados contra el frío. En este caso es mejor ingerir de forma frecuente comidas y bebidas calientes y mantenerse en un ambiente cálido en casa.

Fuentes:

www.multiplesclerosis.net

www.mssociety.org.uk 

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